Espíritu Santo
El Espíritu Santo es una de las tres personas de la Santísima Trinidad en la teología cristiana, junto al Padre y al Hijo (Jesucristo). Su papel es fundamental en la vida de los creyentes y en la historia de la salvación, pues se le considera la presencia activa de Dios en el mundo y en cada ser humano.
La historia del Espíritu Santo está profundamente conectada con la creación y la redención. En la Biblia, el Espíritu de Dios aparece desde el Génesis, cuando «el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas» (Génesis 1:2). A lo largo del Antiguo Testamento, el Espíritu Santo guía y fortalece a los profetas, como un canal por el cual Dios revela su voluntad.
En el Nuevo Testamento, su presencia es aún más clara, sobre todo en el momento de la anunciación, cuando el ángel Gabriel le dice a María que concebiría a Jesús por obra del Espíritu Santo. Tras la resurrección de Jesús, el Espíritu Santo desciende sobre los apóstoles en Pentecostés, llenándolos de sabiduría y valor para predicar el evangelio. Esto marca el nacimiento de la Iglesia cristiana y la misión universal de la salvación.
El significado del Espíritu Santo está relacionado con la idea de consuelo, guía, transformación y poder. Es considerado el Consolador, el que acompaña y sostiene a los creyentes en momentos de dificultad, así como el dador de dones espirituales que ayudan a las personas a vivir una vida conforme a la voluntad de Dios. Es también la fuerza que renueva y purifica, inspirando la fe y el amor en los corazones de las personas.